REFLEXIONES FINALES |
Pablo Parás
WAPOREduardo Ragasol
AMAIRicardo de la Peña
Consejo de Investigadores de la Opinión PúblicaAndrés Albo
Instituto Federal Electoral
EXTRACTO
Debemos preguntarnos cómo somos percibidos los encuestadores por los actores políticos así como por la población en general. No cabe duda de que la medición de la opinión pública es hoy en día una herramienta indispensable para los procesos políticos, al: (1) producir insumos de información que permitan la toma de decisiones dando voz a los ciudadanos; (2) contribuir a la certidumbre de los procesos electorales; y (3) generar conocimiento sobre el comportamiento, las opiniones y las preferencias de los individuos. Por esto, debemos entender nuestro papel y garantizar (y transmitir) la calidad en la generación de información.
Pablo Parás
Reflexiones sobre la confianza y el crecimiento marginal decreciente en el avance de nuestra industria
En las siguientes líneas haré una breve reflexión sobre la confianza y lo que considero un crecimiento marginal decreciente en el avance de la industria de investigación por encuestas en México.
Durante los últimos cuatro años he centrado mi interés académico en el concepto de capital social. Como ustedes saben, este concepto tiene tres componentes principales: la participación, la reciprocidad y la confianza. A mi juicio, la confianza es el más importante de ellos. Su importancia radica en su capacidad de proveer las condiciones mínimas necesarias para generar comportamientos individuales que beneficien al colectivo. La mejor definición de confianza que conozco, por su sencillez y poder, es la de un ingeniero industrial de apellido Tway quien dice que la confianza es la capacidad de interactuar con otros sin ningún tipo de guardia (“unguarded interaction between individuals”). Ayer en este seminario se expusieron algunos de los procedimientos implementados en la última jornada para elegir presidente en referencia a los operativos de los conteos rápidos realizados por el IFE. En dicha exposición pudimos comprobar lo ridículamente costoso que puede ser la desconfianza. Si viniéramos de una historia electoral donde la confianza fuera la moneda corriente, no escucharíamos ni serían necesarios prácticas y procedimientos como pecera de vidrio, bóvedas bancarias e incluso credencial con fotografía. La desconfianza es muy cara.
No me atrevo aventurar un juicio sobre la cantidad de confianza que existe para y dentro de nuestro gremio. En referencia a la confianza hacia el gremio, debemos de preguntarnos como somos percibidos por los actores políticos así como por la población en general. No cabe duda que la medición de la opinión pública es hoy en día una herramienta indispensable para los procesos políticos al: (1) producir insumos de información que permitan la toma de decisiones dando voz a los ciudadanos; (2) contribuir a la certidumbre de los procesos electorales; y (3) generar conocimiento sobre el comportamiento, las opiniones y las preferencias de los individuos. Por lo anterior debemos de entender nuestro papel y garantizar (y transmitir) la calidad en la generación de información así como el uso adecuado y apegado a la ética de la misma. En cuanto a la confianza dentro del gremio, es decir entre los colegas, percibo señales encontradas. Por un lado disfruto mucho el participar en discusiones relevantes y respetuosas como las que se han dado en este seminario. Por otro lado debemos observar con preocupación las prácticas desleales, ataques infundados, rumores, chismes, e incluso la ausencia en este espacio de algunos colegas importantes como posibles señales de desconfianza y fallas a los códigos de ética.
Lo anterior para llegar a dos puntos concretos que considero relevantes para nuestro futuro común. El primero tiene que ver con el crecimiento marginal decreciente, refiriéndome específicamente al avance de la ciencia en nuestra profesión. Si no somos capaces de compartir con mayor frecuencia y profundidad nuestros hallazgos, será muy lenta y difícil la generación de conocimiento. En este seminario, como en muchos otros en los que participamos los encuestadores, se exponen una gran cantidad de hipótesis que por lo general acaban siendo solo eso; hoy es posible y necesario el probar, validar y replicar las muchas hipótesis que han sido planteadas por el gremio. Para lograrlo debemos de hacer públicos nuestros cuestionarios (como mínimo) y nuestras bases de datos. Esto permitirá sostener conversaciones entre nosotros de un nivel superior así como facilitar los insumos para que se lleven a cabo investigaciones secundarias que nos permitan conocer mejor a la opinión pública en México. Si no optamos por seguir este camino nos puede estar condenando a la especulación sistemática (me refiero específicamente al interpretar los resultados de los otros encuestadores).
El segundo tema tiene que ver con los códigos de ética y propongo que veamos esta discusión tal y como lo plantea el código de la Asociación Mundial de Investigadores de Opinión Pública (WAPOR por sus siglas en inglés), es decir como una necesidad para la confianza en nuestra práctica de investigación. Además es importante resaltar que el principal objetivo del código de ética de WAPOR es justamente avanzar el uso de la ciencia en el área de investigación de la opinión pública objetivos que comparten otras asociaciones como ESOMAR y AAPOR. Haré una observación adicional sobre los códigos de ética en nuestro país que me parece sumamente importante. Una comparación entre el código de ética de WAPOR y el de la AMAI (asociación a la cual pertenece un gran número de las casas encuestadoras en México) me lleva a proponer el que se incluya la sección sobre prácticas entre investigadores que contiene el primero y no contempla el segundo. Dicha sección tiene tres artículos que se refieren a la competencia leal, las relaciones entre colegas gobernadas por el respeto mutuo y la exhortación para no usar la membresía como indicador de competencia profesional.
Para finalizar quisiera reconocer y secundar tres intenciones por parte del IFE que han sido expuestos en este seminario y que tendrían un impacto favorable para la industria de la investigación en México. El primero tiene que ver con el interés de apoyar el desarrollo y crecimiento de bancos de información que difundan las encuestas de opinión pública; específicamente el apoyo a los primeros esfuerzos serios de archivos: el Banco de Encuestas de Latino América (www.bela.org.mx) y el banco encuestas del CIDE. La segunda que complemente a la primera es la intención de fomentar el uso de la información con la que ya cuenta el IFE (tanto los estudios ad-hoc como los depositados por los encuestadores). El tercero es la intención de promover mesas de trabajo con encuestadores que permitan definir posturas e impulsar acuerdos para mejores las condiciones en las cuales se realizan los estudios de opinión (e.g. restricciones de publicación, requerimientos de la autoridad, etc.).
Muchas gracias.
-Pablo Parás, representante de WAPOR: Es difícil hablar a estas alturas. Sin embargo, porque lo considero importante, haré una breve reflexión sobre la confianza y el crecimiento marginal decreciente en el avance de nuestra industria de investigación.
Los últimos cuatro años he concentrado mi interés académico en el concepto del capital social. Como ustedes saben, este concepto tiene tres componentes principales: la participación, la reciprocidad y la confianza.
A mi juicio, la confianza es el más importante de ellos. Su importancia radica en su capacidad de proveer las condiciones mínimas necesarias para generar comportamientos individuales que beneficien al colectivo.
La mejor definición de confianza que conozco, por su sencillez y poder, es la de un ingeniero industrial de apellido Tuei. Él dice que la confianza es la capacidad de interactuar con otros sin ningún tipo de guardia.
Ayer vimos lo ridículamente costoso que es la desconfianza. Si viniéramos de una historia electoral en donde la confianza fuera la moneda corriente, no escucharíamos términos como peceras de vidrio, bóvedas bancarias, inclusive credencial con fotografía. La desconfianza es muy cara.
No me atrevo a aventurar un juicio sobre la cantidad de confianza que encontramos en el gremio el día de hoy; percibo señales encontradas. Por un lado disfruto mucho participar en discusiones relevantes y respetuosas como las que hemos tenido este par de días.
Me encantó ayer ver en la misma mesa a Ulises Beltrán con Ana Cristina Covarrubias y con Enrique Alduncin compartiendo el pan.
Pero por otro lado observo con preocupación prácticas desleales que aún existen, ataques infundados, rumores, chismes, incluso la ausencia de algunos colegas importantes en este espacio puede ser señal de desconfianza.
Todo lo anterior para llegar a dos puntos concretos que son para mí relevantes en nuestro futuro común.
El primero tiene que ver con el crecimiento marginal decreciente, refiriéndome específicamente al avance de la ciencia en nuestra profesión.
Para mí ya no es suficiente venir a estas mesas y conocer tan poco de lo que hacen los demás. Creo que es una presión que estamos sintiendo varios; crear bancos de datos resolverá parte de esto, pero diría que nuestra discusión se ha estancado en la especulación, por no contar con elementos suficientes para probar tantas hipótesis que tenemos.
Me hubiera encantado conocer el cuestionario de la encuesta de salida de Ana Cristina o conocer los cuestionarios de las dos series que decía Luis Estrada, los que favorecían a Roberto Madrazo o los que traían cercanos al 20. Por decir, el mínimo necesario que debemos de compartir hoy en día, serían los cuestionarios.
El segundo tema tiene que ver con los códigos de ética y percibo éste como garantes de la confianza. Lo digo por lo siguiente, y me refiero al de WAPOR en particular,
Los dos principales párrafos, los dos primeros párrafos del código de ética, dicen lo siguiente: “el principal objetivo es avanzar el uso de la ciencia en el área de investigación de la opinión pública que estamos procurando en estas reuniones y adherirse al código de ética profesional es visto como una necesidad para la confianza en nuestra práctica de investigación”. Estos dos temas se ligan.
Creo que debemos de ver a los códigos de ética como parte de la autorregulación que acabamos de ver y que contemplan muchos aspectos que funcionan como detonadores y generadores de confianza.
Revisé el código de ética de la AMAI versión febrero 1993, si no me equivoco. Del consejo no conozco alguno, no sé si exista o no, busqué en páginas, pero sé que la mayoría de ellos en algún momento han sido WAPOR y conocen los códigos de ética.
Nada más un comentario para terminar, sugiero a la AMAI, porque encuentro comparativamente hablando una omisión importante, que es el último aspecto del código de ética de WAPOR, que son las reglas de prácticas entre investigadores, se contemplan tres artículos ahí.
Uno es el que tiene que ver con competencia leal; otro el que tiene que ver con relaciones entre colegas gobernados por la tradición de respeto mutuo. Creo que es un tema en el que constantemente debemos avanzar.
Y por último, no usar la membresía como indicador de competencia profesional, sino la práctica misma, no el sello, sino el individuo en sí. Esas serían mis últimas reflexiones.
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No podemos darle la vuelta a la responsabilidad que tenemos de cómo se publican nuestros resultados, porque parte de las confusiones que surgen y de los problemas que tenemos con la opinión pública provienen precisamente del uso editorial del resultado de un estudio electoral. No podemos eludir esa responsabilidad. Tampoco podemos rehuir la responsabilidad como investigadores de ofrecer a la opinión pública criterios para demostrar si un trabajo está o no bien hecho, de manera que se garanticen los elementos de comunicación, de responsabilidad ante la opinión pública y de calidad. Creo que todo el gremio de investigadores y, particularmente los que estamos en la AMAI, debemos asumir esa responsabilidad. Eduardo Ragasol Representante de AMAI.
Eduardo Ragasol
Eduardo Ragasol, representante de AMAI: También quisiera compartir, muy brevemente, algunas reflexiones sobre lo que ha pasado estos dos días.
Cuando Poncio Pilatos interrogó a Cristo le preguntó ¿qué es la verdad? Y con eso fundó la investigación de mercados, no nada más porque se lavó las manos. Efectivamente, esa pregunta, qué es la verdad, es la que intentamos resolver los investigadores de mercado con aproximaciones científicas que sabemos que contienen un error.
Sin embargo, creo que sí hay algunos aspectos metodológicos que rescatar y que deben de ser parte de nuestra reflexión cotidiana. Me da la impresión de que los pasamos un poco por encima, como que los estamos dando por hecho y creo que son puntos cruciales para el investigador de la opinión pública y de mercados.
Poco hablamos de la no respuesta y creo que sigue siendo un tema. Poco hablamos de la dificultad de entrevistar. Decimos que las entrevistas en el hogar son las mejores porque controlamos la probabilidad de selección, pero es también relativo este control de la probabilidad de selección.
¿Cómo tratamos la no respuesta, cómo tratamos la selección de la persona que nos responde dentro del hogar?
Por ahí ayer Roy Campos hizo que varios levantaran la mano si habían sido encuestados. Muy pocos de los que levantaron la mano, creo fueron tres, respondieron en el hogar la encuesta. Que yo sepa a nosotros en la casa no nos encuentran ni a tiros.
Así hay muchos elementos metodológicos que tienen que ser profundizados. No lo pudimos hacer del todo aquí, un poco por el tiempo, pero coincido con Pablo Parás también en que tiene que haber mucho más diálogo en este sentido y la AMAI tiene una responsabilidad que afrontar. Lo estaremos revisando en nuestros estándares de calidad, que son uno de estos elementos de autorregulación que más creemos que aportan valor a nuestros clientes, a la opinión pública y a las instituciones en lo general.
Hay otro elemento de responsabilidad. Uno es indudablemente la calidad, el otro que nos toca atacar tiene que ver con la comunicación de los resultados de nuestros estudios.
No podemos darle la vuelta más a la responsabilidad que tenemos de cómo se publican nuestros resultados, porque parte de las confusiones que surgen y de los problemas que tenemos con la opinión pública, provienen precisamente del uso editorial del resultado de un estudio electoral.
No podemos eludir esa responsabilidad y creo que los investigadores tenemos un tema profundo que atacar.
Con respecto al tema de si son o no son pronósticos, que tanto se divulgó acá, ya quedamos todos de acuerdo en que no lo son y hay una manera, de hecho en la presentación de Ulises Beltrán, lo vimos así, de él y de varios más, de decirnos quién o qué encuestas tuvieron más cercanía con los resultados reales y al final ése es un criterio que se utiliza y se va a seguir utilizando.
Ahora, si no es ése el criterio, lo que sí tenemos que aportarle a la opinión pública es cuál es entonces el criterio, porque tiene que haber un criterio para discernir, porque tampoco podemos decir que todos los encuestadores por serlo somos buenos.
¿Cuál es entonces el criterio para discernir entre lo que está bien hecho y lo que no está bien hecho? Para mí el único punto para discernir, regreso al tema de la responsabilidad en la calidad y en la comunicación de los resultados.
Tampoco podemos rehuir la responsabilidad como investigadores de ofrecerle a la opinión pública criterios para demostrar si un trabajo está bien hecho o no lo está, de tal manera que los tres elementos de comunicación, de responsabilidad ante la opinión pública y de calidad, yo creo que todo el gremio de investigadores y, particularmente los que estamos en la AMAI, debemos asumir esa responsabilidad.
Y no sin antes comentarles que ese estudio que mandamos hacer al Instituto de Estudios Jurídicos, efectivamente lo queremos cacarear.
Antes de hacerlo, queremos que haya un consenso de que esto va por el camino correcto. Por lo menos ya logramos algo, que nos dijeran sí, es una aberración lo que hay en las legislaturas de varios estados y como representantes activos de nuestro gremio ante la sociedad, intentaremos hacer algo con las legislaturas que efectivamente están afectando nuestra actividad.
Juntos debemos de asumir esos compromisos y este seminario nos ha servido para reforzarlos, remarcarlos y ayuda a las empresas que estamos en esto a impulsarlos de una manera mucho más enérgica.
No me queda más que agradecerle al Instituto Federal Electoral, a Andrés Albo, a Arturo Sánchez, nos acompaña también la Consejera Latapí, por supuesto a Luis Carlos Ugalde, que nos hayan brindado este espacio que creo ha sido sumamente provechoso.
Ricardo de la Peña
Consejo de Investigadores de la Opinión Pública
-Ricardo de la Peña, Representante del Consejo de Investigadores de la Opinión Pública: Durante 30 horas, nos hemos reunidos expertos en el campo de la investigación en opinión pública con diversos representantes de un público interesado, provenientes de la Academia, partidos políticos, instituciones electorales, medios de comunicación, para analizar y evaluar el papel de las encuestas en el proceso electoral federal 2006. Hemos podido encontrar puntos de confluencia y entendimiento, y manifestado y discutido divergencias y tareas pendientes.
Si vemos hacia atrás, y sobre esto creo que hemos insistido muchos de nosotros, apenas hace seis años nuestra exposición tocaba aspectos como qué hacer con las empresas fantasma que irrumpían en el espacio de las encuestas con datos hechizos, claramente tendenciosos.
Hoy, estos problemas no están presentes, y ello ha sido resultado de la confluencia no solamente de esfuerzos dirigidos de las agrupaciones gremiales por combatir estas prácticas, sino del apoyo y claridad de miras de las autoridades electorales y de la creciente profesionalización y adopción de la información de encuestas, por parte de los medios de comunicación, que cada vez dejan un menor espacio para datos de instancias no conocidas.
Es por ello que quienes hoy nos reunimos somos rostros conocidos, de empresas reconocidas. Damos la cara y respondemos con el trabajo, con la seriedad ética y profesionalismo que demandan nuestros clientes y el público en general.
Enfrentamos la crítica y aportamos nuestro esfuerzo a la consideración no solamente del campo profesional que hemos elegido, sino de la democracia mexicana, a la que nos debemos, ya que hemos sido copartícipes en su construcción y preservación.
Pero no todo es color de rosa. Aún no contamos con todos los elementos para llevar adelante nuestro trabajo. Un ejemplo trivial sería el aún dificultoso acceso a la cartografía electoral detallada y actualizada. Ojalá las autoridades electorales puedan apoyarnos más adelante en la disposición de este tipo de recursos, que mucho ayudarían al perfeccionamiento de nuestro trabajo.
En contraparte, de nuestro lado, aún se pueden perfeccionar y complementar los procesos regulatorios, para responder al compromiso social que tenemos como investigadores. Lograr el resguardo e integración de acervos informativos de acceso público; avanzar en la satisfacción de la demanda de calidad y transparencia en métodos de investigación son, entre otros, aspectos a atender.
Pero también ahora enfrentamos críticas mordaces y reclamos, muchas veces infundados, que no solamente cuestionan la calidad de nuestro trabajo, sino la ética de empresas y responsables de las investigaciones, por parte tanto de políticos con intereses definidos, como de algunos periodistas.
Desde luego estamos obligados a responder a los reclamos de calidad y transparencia sobre nuestros datos, pero una cosa es la discusión sobre métodos de trabajo de resultados obtenidos, y otra tener que enfrentar cuestionamientos personales, descalificaciones, acusaciones, infundios, groserías, denigraciones e incluso amenazas, por parte de quienes pudieran verse afectados en sus intereses o creencias, no por lo que hacemos, sino por permitir que se sepa lo que el electorado piensa y desea.
Finalmente, aún existen trabas normativas sobre la actividad que perjudican la calidad del trabajo. Pieza fundamental en ello es la restricción para publicar encuestas desde ocho días antes de la jornada electoral. Ojalá fructifique el consenso que se tiene hoy en día en el gremio, y el respaldo que se cuenta de diversos actores institucionales y académicos, a un reclamo de reforma que reduzca esta ventana. Ojalá que ello también restrinja las intenciones, en ocasiones logradas, por imponer mayores restricciones a nuestra actividad.
Hay que recordar un punto fundamental: al margen de lo atinado o no de cada uno de los ejercicios que hemos puesto a disposición del público, la tarea cumplida hasta ahora por los investigadores mexicanos de la opinión pública ha servido para consolidar nuestra democracia sirviendo, las más de las veces, de aval independiente de los procesos electorales, de elemento que otorga confianza, claridad y transparencia, y de canal de expresión y autorreconocimiento de los ciudadanos.
Mis felicitaciones por estas jornadas de discusión y análisis. Reitero la seguridad de que continuaremos cumpliendo la tarea social de servir de instrumentos para que la ciudadanía pueda tener conciencia y claridad de sus orientaciones y preferencias.
Andrés Albo
Instituto Federal Electoral
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Tareas pendientes
Tareas pendientes Por mandato constitucional, el IFE tiene, entre sus fines, contribuir al desarrollo de la vida democrática y coadyuvar en la promoción y difusión de la cultura política. Uno de los elementos que abonan en la consecución de dicho objetivo es justamente la regulación de encuestas o sondeos de opinión, con fines electorales.
De esta forma, podemos vincular las encuestas en lo general y su difusión, con la formación de una ciudadanía mejor informada y, desde luego, en el caso de las encuestas electorales, como un insumo que sirve al ciudadano para formarse un juicio informado sobre candidatos y partidos.
A pesar de que hemos avanzado en torno a la información que se debe publicar junto con los resultados de las encuestas electorales, hay temas pendientes en la agenda del marco regulatorio. Algunos forman parte de la agenda legislativa, y otros se limitan al ámbito de responsabilidad del Instituto.
Una de las tareas pendientes que queda para el Instituto en materia de estudios electorales es promover, fomentar el uso y el estudio de la información que se tienen en la actualidad principalmente las encuestas y otros materiales. Además desarrollar una propuesta que contemple la realización de investigaciones acerca de aspectos electorales y también de aspectos más amplios, como pueden ser los valores democráticos. En este sentido, promover la investigación de nuevos profesionales que estén dispuestos a trabajar en sus tesis de licenciatura, de maestría o doctorado, utilizando esta información.
Andrés Albo
-Andrés Albo, Consejero Electoral del IFE: Seré muy breve. Celebro desde luego la celebración de este encuentro que tiene antecedentes -hoy nos recordaba Roy Campos- desde Oaxaca en 1994, pero con una participación más activa del Instituto en el 2000, justamente en este lugar. Celebro también una reunión en el 2003 y desde luego esta participación que será reflejada en alguna memoria de trabajo.
Fue un encuentro muy útil, que sirvió para evaluar los resultados de las encuestas en el proceso electoral y, desde mi perspectiva, la evaluación tiene elementos positivos. Quisiera apuntar cuando menos dos: la práctica de la realización de encuestas, una evaluación hecha por los mismos encuestadores, que da cuenta de un paso hacia adelante en la realización de mejores encuestas, y segundo, una evaluación también positiva de los dos acuerdos que fueron aprobados por el Consejo General y que regularon la presentación y la difusión de las encuestas en este proceso electoral.
Desde luego, falta por avanzar. Esta tarea debe de estar concentrada en un análisis más profundo, más crítico, de los resultados electorales y, desde luego, en la posibilidad de tener acceso a una información también compartida con mayor fuerza.
Creo que, de esta reunión, el IFE se lleva cuatro tareas: la primera, reforzar el esfuerzo por compartir, por hacer pública información relevante, de utilidad a las empresas y al gremio de encuestadores. Se mencionó, por ejemplo, la información relativa a monitoreos de radio y televisión; se acaba de mencionar también información relativa a la cartografía. Hacemos el compromiso de ponernos a la tarea de hacer pública, en la medida de lo posible, esta información.
Segundo, trabajar en una propuesta que pudiera conformar un banco de información o pudiera adherirse a bancos ya existentes, donde eventualmente se pudiera convertir esto no solamente en un banco de información, sino en un banco de datos electorales.
En ese sentido, creo que nos tendríamos que concentrar en los resultados relacionados con la elección del 2006, y esa deberá de ser nuestra primera tarea. Estoy hablando no solamente por el Instituto, sino también por varios de los presentes en este evento, que han mostrado su interés por empujar, por darle marcha a esta posibilidad de concretar una información socialmente útil y socialmente consultable.
Tres. Promover y fomentar el uso y el estudio de la información que tiene el Instituto; desde luego las encuestas, desde luego lo que se pueda conformar, pero no solamente de la parte electoral, sino quizá, y esto deberá de ser parte de una propuesta que el Instituto pudiera hacer, de la realización de alguna investigación, de alguna información de lo electoral, pero también de aspectos más amplios, como pueden ser valores democráticos. En este sentido, promover la investigación de nuevos profesionales que estén dispuestos a trabajar en sus tesis de licenciatura, de maestría o doctorado, utilizando esta información.
Y, finalmente, también promover la realización de una mesa de trabajo para definir posturas, precisar posiciones con académicos, con la industria, con partidos políticos, que se puedan reflejar y se puedan concretar en acuerdos que sirvan para impulsar una mejor práctica de esta industria tan importante para la democracia.
Termino sencillamente agradeciendo a la AMAI, al Consejo de Investigación y a WAPOR, la posibilidad de realizar este evento.