Mesa 5 :: ENCUESTAS ANTE ANALISTAS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Moderador: Eduardo Ragasol

Perversiones del bebé democrático
Raymundo Riva Palacio

Retrospectiva del mercado de las encuestas electorales y análisis del papel de los medios
Alejandro Lelo de Larrea

Debate

 


Perversiones del bebé democrático
Raymundo Riva Palacio

EXTRACTO

Los estudios pasaron a ser ya no únicamente la interpretación y los análisis comparativos en frío, sino que tuvieron a personas de carne y hueso que aparecieron en los medios de comunicación. Al hacerlo, cruzaron la línea divisoria entre el especialista que utiliza metodologías apartidistas, sin filiación ideológica y con una búsqueda del cientificismo, para convertirse en buscados comentaristas en función de politólogos, más allá de que algunos también trabajaban para las campañas electorales o para los partidos.

Las percepciones pasaron a ser realidades, justo en el momento crítico de la cultura de los medios cuando la pregunta filosófica más compleja de este momento es si importa realmente la verdad. Y nuestro comportamiento cotidiano cada vez más —contra lo que postulamos— apunta a que no importa más la realidad que la percepción.

Los encuestadores contribuyeron enormemente a la construcción de un mundo de percepciones, no por una irresponsabilidad, sino porque al perder el anonimato que servía de escudo a las encuestas que se presentaban como algo frío, sin sentimientos, sin opiniones, pasaron a ser ejercicios sanguíneos, dejaron de ser herramientas en la toma de decisiones y se convirtieron en elementos cristalinos y fundamentales para la información, para la opinión y para la propaganda.

Raymundo Riva Palacio

-Raymundo Riva Palacio: Lo que voy a contar, más que analizar, es una visión bastante empírica de lo que vivimos en este año electoral, y la voy a dividir en tres partes.

Una, me voy a meter un poco con ustedes, ya tendrán oportunidad de meterse conmigo; luego hablaré sobre los medios y, al final, haré algunas pequeñas reflexiones sobre qué podemos hacer colectivamente.

Todo esto tiene que ver con algo que llamo las perversiones del bebé democrático. Y el punto número uno son los encuestadores.

¿Qué es lo que sucedió este año? Que los encuestadores perdieron el anonimato, se hicieron públicos y empezaron a formar parte del star system de los medios de comunicación. Sus estudios de opinión, más allá de cómo ustedes los hagan, lo piensen, lo perciban, ya no fueron un mero ejercicio de datos, y estoy hablando mucho de cómo se percibió dentro de los medios y también del impacto en la opinión pública.

Los estudios pasaron a ser ya no únicamente la interpretación y los análisis comparativos en frío, sino que tuvieron a personas de carne y hueso que aparecieron mucho en los medios de comunicación.

No voy a entrar a la discusión sobre si les gustó o no entrar de manera tan preponderante al star system, pero el problema es que al hacerlo cruzaron la línea divisoria entre el especialista que utiliza metodologías apartidistas, sin filiación ideológica y con una búsqueda del cientificismo, para convertirse en buscados comentaristas en función de politólogos, más allá de que algunos también trabajaban para las campañas electorales o para los partidos.

Pasaron a llenar, los encuestadores, los huecos que dejaron vacíos los viejos talking heads que ya no podían hacer lo que los encuestadores sí podían hacer.

Los medios, particularmente los electrónicos, no acudían a periodistas que a veces hasta traemos información. Pronto se decepcionaron de los intelectuales y académicos que fueron tan buscados en los 80s y en los 90s y pese a que no dejaron de figurar intelectuales y académicos ni en cuanto a frecuencia ni en cuanto a preponderancia, su credibilidad y el impacto de sus opiniones no era tan esperada como los momentos mensuales y trimestrales en que aparecieron los estudios de opinión para que los responsables pasaran a jugar el rol en el campo de la opinionitis, con mejores resultados indiscutiblemente, pues, a diferencia de los intelectuales, sus comentarios tenían una ancla en la realidad y un poderoso halo de veracidad.

Estoy enterado de la discusión que tuvieron ayer sobre esta palabra sagrada, que es pronóstico. En realidad, en términos de opinión pública, lo que hacen es pronosticar.

Entonces hay un problema de comprensión quizás, pero ésta es la realidad que se vive hacia los medios y en la opinión pública.

Las percepciones pasaron a ser realidades, justo en el momento crítico de la cultura de los medios cuando la pregunta filosófica más compleja de este momento -que tiene que ver con lo anterior-, sería si importa realmente la verdad. Y nuestro comportamiento cotidiano cada vez -contra lo que postulamos- apunta a que no importa más la realidad que la percepción.

Los encuestadores contribuyeron enormemente a la construcción de un mundo de percepciones, no por una irresponsabilidad, sino porque al perder el anonimato que servía de escudo a las encuestas que se presentaban como algo frío, sin sentimientos, sin opiniones, pasaron a ser ejercicios sanguíneos, dejaron de ser herramientas en la toma de decisiones y se convirtieron en elementos cristalinos y fundamentales para la información, para la opinión y para la propaganda.

El resultado todos lo padecieron. Fueron descalificados, acusados, vituperados y, de paso, entraron en la polarización que a todos nos arrolló. Se enfrentaron en discusiones que rebasaron los parámetros de sus metodologías y llegaron, inclusive, a las descalificaciones. Por supuesto, pasaron a ser una parte enormemente atractiva de nuestro ejercicio periodístico.

El punto número dos son los medios. En los medios se juntaron este año el hambre y las ganas de comer; problemas conceptuales que no resolvimos a tiempo, en los medios, contribuyeron a lastimar a los encuestadores. A diferencia del papel de los encuestadores, en este campo sí creo que en los medios tuvimos una mayor responsabilidad. 

Por ejemplo, nos convertimos en comentaristas de esos estudios; más allá de qué tanta complicidad tuvimos con los encuestadores, nosotros los buscamos, nosotros los presionamos, nosotros les exigimos.

Se nos hizo fácil, en lugar de contratar a conocedores que pudieran ubicar los datos en el contexto político, sin estimar el estudio por la exposición de esos autores, llevarlos al extremo de la propia exposición.

Me acuerdo de lo que hace CNN en Estados Unidos, que tiene un estupendo lector de encuestas, Bill Sneider, que además es comentarista político, pero él no hace las encuestas. Puedo pensar en las encuestas que hacen los periódicos, el New York Times con la CBS, y quien interpreta las encuestas -Allan Kaimer, que ha sido reportero del New York Times durante más de 3 décadas-, no es quien hace las encuestas. Y podríamos irnos así con el resto de los periódicos.

En los medios mencionamos a los encuestadores, a los escenarios de tensión en el que nos movemos. Hicimos mesas de debate, donde discutieron sus diferencias metodológicas, sin tomar en cuenta que nuestros auditorios, muy polarizados, muy poco educados en el campo, esperaban sangre, y que aquellos que estuvieran más cerca de sus percepciones resultaban ganadores de la discusión, pero si no era así, la descalificación total del otro era inevitable.

También fallamos en los medios muchas veces en la presentación de las encuestas. Yo diría siempre; siempre fallamos en la presentación de las encuestas.

En el caso de la prensa impresa, podemos ver la forma como les dimos un rango inapropiado, al llegar a utilizarlas frecuentemente como la noticia principal del día, no como una herramienta. Y, reitero, en efecto, como la noticia, cuando una encuesta no pasa, no entra no sólo por definición metodológica, sino por la ausencia de los elementos que hacen noticia a un acontecimiento o a un evento, en la categoría noticiosa.

Esa herramienta, que tantas veces dijimos al público que eran las encuestas, nosotros mismos la distorsionamos y se convirtieron en caballo de batalla de muchos de nuestros medios, para ir penetrando e ir generando audiencias y consumidores de información.

No maduramos tampoco los medios con las encuestas; reprodujimos los datos, con textos secundarios acompañándolos, pero rara vez ubicamos en su contexto los resultados. No cumplimos con el periodismo explicativo, que es una obligación, sino que simplemente procesamos y jerarquizamos la información.

A nuestros públicos se las entregamos como materia prima, sin nada de lo que es la función o la responsabilidad social de un medio, de procesar, contextualizar, publicar y particularmente de explicar.

Dejamos que los consumidores de información hicieran lo que quisieran con esos datos y que los procesaran en función de sus percepciones y de sus honores.

A muchos no les gusta el término, pero, en definitiva, sí creo que incumplimos con la responsabilidad social que tenemos en los medios.

¿Qué hacer? Y con esto voy a concluir. La reflexión es colectiva, pero unas ideas que se me ocurren al respecto pasan fundamentalmente o pasan siempre por la transparencia.

Con la debida autocrítica, no creo que debamos de seguir difundiendo encuestas que no nos cuesten, en los medios. Si queremos difundir una encuesta, que nos cueste y que seamos capaces de informarlo.

Entiendo perfectamente por qué lo hacemos: falta de recursos para pagar los estudios y también porque lo hacen las casas encuestadoras, cuya exposición pública les ayuda para mostrar la seriedad y eficiencia con la que atraen a los clientes.

Esta dinámica, que se viene generando desde hace cinco años, parecía que era un mecanismo donde todos ganaron, pero creo que tiene que cambiar como consecuencia de lo que vivimos. El todos ganan, avanza rápidamente al estadio de todos pierden.

Este primer paso no es suficiente. La transparencia ayuda a la credibilidad, particularmente de la casa encuestadora, pero dentro de los medios tenemos que hacer nuestras propias cosas. Subrayar que es una herramienta de referencia, no una noticia; procesar y contextualizar, lo que mencioné previamente y, sobre todo, que no hagamos de los encuestadores opinadores.

Lo que sí no debemos de hacer, pese a todas las críticas y a toda la polarización, todos los insultos y todo lo que se ha hecho durante los últimos meses, es intimidarnos ni dejar de hacer encuestas. Tenemos que profundizar en su uso, ampliarlas allá de los “exit”, que son los estudios electorales, pero no vamos a estar peor en el futuro. Eso espero y eso creo, a menos de que no hayamos aprendido la lección.

 


Retrospectiva del mercado de las encuestas electorales y análisis del papel de los medios
Alejandro Lelo de Larrea

EXTRACTO

Es un debate técnico y también de comunicación. En términos de comunicación, es muy claro que lo que hace un encuestador es un pronóstico, pues la gente no lo lee como un dato técnico.

Como gremio, es importante hacer una reflexión profunda sobre si falló el método, o saber qué está fallando, para ser un poco más precisos en elecciones posteriores. Yo entiendo que me van a decir que esa elección era muy complicada, que venía empatada, que terminó a 0.50 %, y que era prácticamente imposible pronosticar o determinar quién podría ser el ganador.

Alejandro Lelo de Larrea

-Alejandro Lelo de Larrea: Quisiera hacerles, antes que nada, una retrospectiva de lo que ha sido este mercado de las encuestas, quizás desde 1988, para ver si podemos entender un poquito más lo que está ocurriendo; lo que ocurrió en este año.

En ese entonces, básicamente el único encuestador de campaña fue aquí el doctor Ulises Beltrán, que iniciaba los estudios en ese tiempo y realmente tuvimos por ahí una encuesta en La Jornada y algún otro ejercicio, creo que en Excélsior, perdido. Prácticamente no pasó nada.

Durante el sexenio de Salinas comienza en México la verdadera investigación de mercado  y esto se va profesionalizando y se ve impulsado desde la Presidencia de la República.

En 1994 había un mercado muy pequeño. En realidad las empresas estaban muy atadas por el control del Estado; no había un mercado libre de las encuestas. Inclusive se sabe que en aquel entonces muchas de las encuestas que llegó a difundir Televisa eran hechas por la Presidencia de la República o por la famosa empresa de la Presidencia, Opinión Profesional. En los medios prácticamente no había encuestas libres.

¿Qué ocurrió después? Para la elección del 97, la del Distrito Federal, empezamos a ver que diversos medios le entraron. Si mal no recuerdo, Reforma entra al mercado de hacer encuestas en el 96, el Universal un poco antes, en el 95, por cierto bastante malo su inicio, porque empieza con una encuesta en que le pregunta a la gente ¿quién cree que mató a Luis Donaldo Colosio? Y la gente dice que Carlos Salinas y la nota principal del Universal era: “Salinas mató a Colosio” y el 95 por ciento de la gente creía que mató a Colosio, tergiversando el uso del instrumento.

Al llegar al 87 creo que se va depurando el mercado, si no me equivoco ya existe Consulta Mitofsky, creo que ya había nacido Parametría, ya había más empresas en el gremio.

Pero sin duda es hasta el 2000 cuando vemos que ya hay un mercado mucho más libre de las encuestas. Vemos por ahí la empresa de Rafael Giménez, que creo que también nació en 96; vemos a Ana Cristina Covarrubias consolidada, seguía María de las Heras, por lo menos vemos 10 encuestadores profesionales de buen nivel en el 2000 haciendo este trabajo.

¿Qué pasó en ese año? Lo vimos exactamente hace 6 años aquí, que llegó José Woldenberg, entonces presidente del IFE, y les puso severa regañiza a los encuestadores.

Woldenberg les dijo que no habían contribuido a dar certidumbre previa a las elecciones. ¿Por qué? Porque hubo una guerra de encuestas  previas, en que el PRI publicaba que tenía 17 a favor, el PAN tres o cinco y Fox decía que Reforma estaba haciendo las cosas mal.

El asunto es que el regaño es muy fuerte de parte de Woldenberg hacia el gremio y, sin embargo, también los felicita porque el día de la jornada electoral los conteos rápidos sirvieron para dar una certidumbre muy clara al proceso y que a las 11 de la noche, sin ninguna duda, se supiera que ganó Vicente Fox.

También en aquel año surgen quejas de algunos encuestadores de que tenían presiones concretas de lo que algunos llamaron, como Enrique Aldúcin, el “Triángulo de hierro”, que era la Presidencia de la República, el PRI y la Secretaría de Gobernación.

En el caso de Rafael Giménez, él denuncia incluso que a raíz de las presiones del gobierno tiene que salir de Milenio y no se publica ya la última encuesta que él había hecho con Vicente Foz a favor.

En el caso del Universal, Enrique Aldúcin denuncia también -ya había publicado una encuesta el Universal con Fox arriba- que él tenía otra más y no lo dejan publicarla, lo sacan del periódico e incluso quisieron meter a Ana Cristina Covarrubias a través de un dumping, pero al final Universal toma la decisión de no publicar más encuestas.

En el caso de Reforma, también lo vimos hace 6 años. Vino aquí Alejandro Moreno y confesó que había entregado dos resultados a Reforma, uno con la encuesta filtrada, que daba arriba a Vicente Fox, y otra con el dato puro que daba arriba a Labastida, y la decisión editorial del periódico fue publicar la encuesta en la que iba adelante Labastida. Aquel año los medios no quedaron bien librados en este tema de las encuestas.

Del 2000 para acá se da una depuración del gremio. Básicamente los que estaban en aquel entonces se consolidan. Quizá una de las principales diferencias que vemos ahora es que prácticamente no se detectaron encuetas “patito”, como las típicas de  Fisher, Ceproces, Technomanagement, etc. Este año creo que no aparecieron, ya estaban muy quemadas y no tuvieron razón de ser.

Otra cosa que observo de este año es que los encuestadores sí tuvieron mucha más libertad para actuar. Incluso, como decía Raymundo Riva Palacio, hasta para salir a escena y a debates, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado. Sin embargo, al analizar las encuestas de los medios, también nos encontramos -- fue una elección muy complicada como para dar certidumbre- con que de los medios que hacen o publican encuestas (estamos hablando de Crónica, El Financiero, que publicaba las de Bimsa; El Universal, que tiene un equipo propio de encuestas; Reforma, que tiene un equipo propio; Milenio, que las hacía María de las Heras, y Excélsior, que publicaba las de Francisco Abundis, todos fallaron, excepto Crónica, que dio el empate -la encuesta la hizo Ulises Beltrán-. Pero todos los demás medios dieron como ganador a López Obrador.

Entonces nuevamente hay un saldo negativo -con la sociedad o con sus lectores-, de los medios de comunicación que hacen encuestas, o que compran o divulgan encuestas de otros polsters. Los medios no quedaron bien y una vez más no dieron certidumbre.

Raymundo Riva Palacio planteaba el debate de los pronósticos. Es un debate técnico y también de comunicación. En términos de comunicación, es muy claro que lo que hace un encuestador es un pronóstico, porque la gente no lo va a leer como un dato técnico. No va a decir, como Roy Campos dice que no es pronóstico, entonces no lo voy a considerar pronóstico. La gente no se pone a reflexionar en ese sentido.

Sin embargo, creo que es muy importante que los encuestadores que son los profesionales, dejen muy claro hacia el lector, hacia el auditorio, cuando se trate de un pronóstico o cuando se trate de una encuesta. Si en verdad no es un pronóstico por ser la última encuesta preelectoral, que digan muy claramente, no es un pronóstico, es simplemente lo que está ocurriendo el día de hoy. Aunque seguramente la gente de todas maneras lo va a tomar como un pronóstico.

¿Cómo queda el gremio después de esta jornada electoral? Creo que nuevamente nos dejan con cierto mal sabor de boca, porque así como se polarizó la sociedad, se polarizaron los encuestadores.

Ayer veíamos aquí -en un esquema muy debatible si ustedes quieren- que hubo cinco o seis encuestadores más cargados hacia el PAN, y cinco a seis encuestadores más cargados hacia López Obrador.

Entonces creo que algo hicieron bien unos y algo quizás hicieron mal otros, para que hubiera este cruce tan importante en los resultados.

De aquí en adelante, como gremio, creo que es importante hacer  una reflexión profunda de si falló el método, o ver qué les está fallando para en posteriores elecciones ser un poco más precisos. Yo entiendo que me van a decir que esa elección era muy complicada, venía empatada, que terminó a 0.50 y tantos por ciento, y que era prácticamente imposible pronosticar o determinar quién podría ser el ganador.

Sin embargo, creo que el hecho que tengamos a dos grupos con tan marcadas diferencias, sí nos lleva a pensar que algo tienen que hacer para buscar mayor precisión.

 


Debate

-Eduardo Ragasol, moderador: Pues nos dejan ambos, Alejandro Lelo de Larrea y Raymundo Riva Palacio, varios elementos para reflexionar. Antes de hacerlo, quisiera ver si tienen alguna pregunta o comentario para nuestros invitados.

-Arturo Sánchez: Yo nada más quería comentar, una felicitación a Alejandro. En realidad sí decimos que no son pronósticos y si un chileno o un brasileño hubiera venido y hubiera visto lo que pasó ayer se hubiera quedado con la impresión de que el gremio y las encuestas electorales en México en realidad han mejorado, van muy bien y prácticamente no tienen grandes problemas.

Sin embargo, la parte de la responsabilidad social, la parte de cómo lo ve el resto de la gente, particularmente, digamos, el 99 por ciento de la gente que, parafraseando a Ulises Beltrán es el 99 por ciento de sus tías que no entiende realmente si es pronóstico o no y realmente lo interpreta como pronóstico y si no nos ponemos a ver que eso tiene un impacto real para el resto de la sociedad y si no podemos asumir que la gente vio a la mitad de los encuestadores diciendo que iba a ganar López Obrador y que pensó que iba a ganar López Obrador y que eso generó credibilidad en todas las protestas,si no tomamos nuestra parte de responsabilidad, creo que caeremos en la autocomplacencia..

-Ulises Beltrán: Yo creo, Alejandro, que hay que hacer una síntesis de las dos.

Primero quiero hacer una aclaración. Televisa sólo publicó en 1991 una encuesta electoral que realizó Gallup Internacional y después de eso no publicó nada hasta el año 2000, ya con su arreglo con Consulta, y ésas son las únicas que publicó. Nunca ha publicado nada de la Presidencia.

Entonces nada más lo digo off the record, sólo para que quede claro, que me parece importante señalarlo porque estás involucrando a un medio.

Yo quisiera una síntesis de las dos ponencias, y a mí me gusta mucho el enfoque que le dio Raymundo Riva Palacio, porque nosotros hicimos lo que hicimos, lo hicimos mejor o peor y lo trataremos de hacer mejor, pero el contexto de si es pronóstico, quizá no nos corresponde a nosotros hacerlo y es donde el medio debe decirlo. Roy Campos  fue muy elocuente ayer explicándolo. Creo que el medio sí tiene una responsabilidad.

Y hay otra parte importante de transparencia, creo que tocó el punto Raymundo. Mientras los medios no paguen ¿por qué circula el 99 por ciento de los exit poll el día de la elección? Porque los medios no los pagan y no pueden cerrar el flujo, con enormes riesgos, porque luego el exit poll engaña sobre el posible ganador y perdedor.

Aquí yo me siento más del lado de la responsabilidad de los medios.

Uno. Que no hacen investigación propia, que no se responsabilizan de esa tarea y,

Dos. Yo sí creo que la contextualización y todo esto es muy importante. Ahora, la distinción entre comentarista político y no es delgada, porque puede haber gente muy preparada para hacerlo, además de ser encuestador. No se trata de que no opinen; se trata de que distingan de la opinión de lo que está sustentado en las encuestas y eso me parece importante.

Pero yo creo que en esta plática más bien nos toca a nosotros reclamarles a ustedes que no contextualicen bien las encuestas.

-Alejandro Lelo de Larrea: ¿Me permite una pequeña precisión?

El dato que comento de Televisa, doctor, proviene de la fuente, son encuestadores que trabajaron con usted en la Presidencia de la República.

-Edmundo Berumen: Gracias. Quisiera acotar esta reseña rápida que nos dio Alejandro de las encuestas, porque creo que tuvo una omisión que creo es importante.

A fines de los 80s nace Este País con Federico Reyes Heroles como un vehículo para la demoscopía y para publicar resultados, si mal no recuerdo, de la empresa Morí de Miguel Bazáñez  y otras. Fue un hito importante.

Me resulta paradójico y me saca sonrisas el tema que ahora estamos discutiendo en la mesa. Justo antes de Este País, el trabajo de los encuestadores vivía en el closet y era para consumo de élites; no es que no hiciéramos encuestas sobre temas político-electorales, teníamos décadas de estar haciéndolo, lo que pasa era que el consumo de esa información era para un grupo de privilegiados y todos los que atisbaban y se enteraban un poquito, se quejaban de por qué esa información no era un bien de consumo público.

Ahora escucho a Raymundo Riva Palacio, y la queja no es que abunden y sean muchas y sean del conocimiento público, sino que quienes las ejecutan, además de ejecutarlas, editorializan, comentan y contextualizan los propios números que los encuestadores sacan.

Ciertamente es una línea delgada. Es difícil de decir hasta dónde llego, dónde me detengo y donde sigo y, ciertamente, tiene que ser algo compartido con los medios; no creo que sea una decisión de ninguna de las dos partes. Tiene que ser algo compartido y también entran en juego los clientes, porque no sólo los medios hacen encuestas, ni los encuestadores, están también los clientes que son los dueños del dato y las más de las veces, son quienes deciden qué divulgar, cómo divulgarlo y qué enfatizar.

Y en tanto no distorsionen ni mientan sobre lo entregado por el encuestador, están en su derecho a hacerlo. Una vez que lo divulgan, nos buscan los medios y preguntan sobre el dato divulgado, ahí empieza esta bolita de comentar y de hasta dónde comento y dónde me detengo, que es un tema que yo creo que sí vale la pena discutir.

-Raymundo Riva Palacio: Yo estoy de acuerdo con ustedes. La responsabilidad primaria es de los medios, no tanto de los encuestadores.

Si se quieren subir al ring y comentar, pues cada quién asume sus costos y responsabilidades, pero la otra parte sí me parece que es muy importante. Considero que es una aberración que en los medios publiquemos una encuesta como titular principal; creo que es una degradación del método.

Y también creo que los medios, que somos bastante impunes, hemos navegado con una impunidad superlativa, en términos de encuestas.

Para poder ilustrar esto que estoy señalando, me parece que sí podría servir narrar brevemente la experiencia de Milenio en el período electoral del 2000.

Milenio tenía un equipo que encabezaba Rafael Giménez, que empezó a mostrar la tendencia a favor de Vicente Fox. Entonces Federico Arreola empezó a recibir presiones del equipo de campaña de Francisco Labastida y optó por sacar a Rafael de las encuestas y contratar una empresa que fue Nielsen.

¿Cuál fue el propósito de Federico Arreola haciendo este cambio? Lo que ha hecho toda su vida: tratar de ganar favores políticos para poderse incrustar en una campaña presidencial.

Entonces, él manipuló; bueno, no manipuló, él usó y maltrató a una persona; vendió un favor para tratar de entrar al cuarto táctico, al cuarto de guerra de Francisco Labastida.

Pasó lo que sucedió: Milenio no nada más cruzó al ganador, sino el número de puntos por el cual se equivocó fue significativo. Yo ni siquiera responsabilizo de esto a Nielsen. A Rafael Giménez le había señalado que él no podía tener una empresa que hacía encuestas para el PAN y hacía encuestas al mismo tiempo para Milenio. Entonces optó por llevar a María de las Heras, que hacía encuestas para el PRI y al mismo tiempo para Milenio.

Pero eso no fue lo más grave, que de sí ya es algo cuando menos para discutir, sino que teniendo un equipo de encuestas, en función de sus necesidades publicitarias, le abrió Milenio al equipo de encuestas de Francisco Ortiz en la Presidencia, publicando las encuestas de la Presidencia, sin señalar que eran encuestas de la Presidencia.

Menciono este caso porque aquí ni siquiera es un problema de las casas encuestadoras, es un problema del medio de comunicación, sobre el cual no hubo una denuncia pública por este tipo de manipulación de los estudios de opinión y por este tipo de juego político electoral, que ayuda a minar los propios estudios de opinión.

Yo quería compartirles esta experiencia, que nunca la había narrado, aunque si la he escrito, pero como lo que se escribe es clandestino, entonces lo platico para que tenga otro tipo de impacto.

-Paola Solórzano, del CEO. Me gustaría comentar tres cosas.

La primera es que el CEO ha estado presente desde 1994 a nivel nacional en estudios de opinión pública.  En relación con los resultados de este 2006, creo que cada una de las casas encuestadoras estamos revisando nuestros procesos, porque éstas son áreas de oportunidad que nos ayudan a crecer.

Considero que el trabajo debe de ser en conjunto, tanto de los medios como de las casas encuestadoras; es cuestión de responsabilidad social y es algo que tenemos que trabajar ambos en relación con la ética, con la información que damos, que sea adecuada, oportuna y veraz.

-Eduardo Ragasol: Muy bien. Dice Raymundo Riva Palacio que no va a haber represalias si comentan más, así que no vamos a salir mañana en el Universal ¿verdad?

Si no hay más comentarios, me gustaría hacer un par de reflexiones; después tendré oportunidad en el cierre de este seminario de hacerlas un poquito más extensivas, pero creo que nuestros dos comentaristas, Raymundo Riva Palacio y Alejandro Lelo de Larrea, nos dejan una reflexión muy importante, en varias dimensiones.

Una es la cuestión de la relación encuestador y medios. Es conveniente establecer relaciones mucho más sanas, bien definidas, en donde debe estar perfectamente claro el alcance de la casa encuestadora y cómo se van a difundir los resultados de un ejercicio hacia el público. Esa es efectivamente una labor de reflexión para el gremio.

Creo que los encuestadores sí tenemos una responsabilidad sobre cómo se difunden las encuestas, sobre cómo se editorializa y cómo se ponen las cosas. No sé dónde está la línea, donde haya más responsabilidad, si del medio o del encuestador, pero como encuestadores no podemos eludir nuestra parte de responsabilidad en cómo se comunica.

Si bien este asunto del pronóstico contra no pronóstico en cierto sentido es una falacia, estoy totalmente de acuerdo con Roy Campos en el sentido de que no es un pronóstico, pero el hecho es que el público lo percibe así. También tenemos que hacer esa autocrítica.

El hecho de que el público hoy piense que sí son pronósticos, además de ser una responsabilidad de los medios, de cómo se han comunicado las encuestas para hacerlas noticia, como menciona Raymundo, también es que los encuestadores de alguna manera hemos permitido que exista y que se dé de esa manera.

Los encuestadores, si queremos ser otra cosa, si queremos ser más que encuestadores, si queremos trascender, será decisión de cada quien. Sin embargo, los encuestadores sí tenemos la responsabilidad del método y de tratar de hacer las cosas de la manera más ortodoxa posible, en términos de la calidad.

Jamás debemos de perder de vista la calidad; ése debe de ser nuestro primer compromiso y es un compromiso irrenunciable. Si no, nuestra contribución simplemente no tiene el menor de los sentidos y se puede convertir en confusión y eso como gremio no lo podemos permitir.

Así que nos toca hacer una seria autocrítica y yo les agradezco a ambos, a Alejandro Lelo de Larrea y a Raymundo Riva Palacio, que nos ayuden a hacer esta reflexión que sin duda va a contribuir en mejora del gremio y de la aportación que el gremio le debe a la sociedad mexicana.

-Pregunta: Simplemente quiero reforzar un poco el planteamiento hecho por Raymundo Riva Palacio en el tema del financiamiento y la transparencia, temas que también abordó Ulises Beltrán.

Si mis cuentas están bien, Milenio, Excélsior, Crónica y El Financiero son periódicos que publican encuestas, pero que no financian a sus encuestadores. Del otro lado estarían El Universal y Reforma, que tienen departamentos de investigación propios, independientes, incluso alejados de la redacción.

El dilema está, por un lado, en la necesidad de difusión que tienen todos los encuestadores de publicitar sus datos, y, por el otro, la necesidad de un medio de proveer de información.

Dicen que no hay borracho que coma lumbre; yo tampoco voy a hacerlo. El punto está en qué va a pasar, y creo que Ulises Beltrán hizo ayer alguna expresión en ese sentido. ¿Qué va a pasar con los encuestadores? ¿Cuándo va a llegar el momento en que ellos digan: yo no voy a darle un dato a mi medio para que lo publique, si no me lo paga? Yo creo que estamos muy lejos de eso.

Por lo demás, todo lo que se ha dicho aquí, los datos de Alejandro, son propios de una investigación que ya llevaba muchos años guardada. Quizá con algunas imprecisiones o algunas correcciones, y que esperemos que pronto vea la luz, pero este tema que ha tocado Raymundo a mí me parece fundamental, y ojalá esta discusión sirva para llegar a un punto en concreto.

-Ulises Beltrán: Yo creo que también en Estados Unidos se da la casa encuestadora que publica en un medio. Es un problema de una relación contractual, porque si nos sentamos a esperar que los medios -por cierto, Televisa también paga su investigación-, hagan eso, no va a ocurrir. Yo creo que aquí la clave es lograr, si vas a dar a un medio la información, una relación contractual clara y transparente, en la cual quede expreso en el contrato que la parte del contenido es propio.

Lo dije ayer: nosotros lo que hicimos es vender sindicadamente un producto. No se pagó totalmente, por cierto, y esto en una relación con los clientes sindicados y con el medio, transparente, clara, respecto a la autonomía y la editorial de la encuestadora permitió que no hubiera presiones. Me parece una importante declaración, porque otras encuestadoras lo pueden hacer. El problema es cuál es la relación contractual con el medio. Si son: “Oye, te paso esto para que lo publiques”, creo que es indebido que no cobren en los medios los encuestadores.

-Raymundo Riva Palacio: Es un punto muy interesante. Yo creo que el problema no es tanto de la empresa, es un problema de medios. Cuando yo pensaba en la transparencia, no estaba pensando tanto en la casa encuestadora, como en el medio.

Esta es la aspiración de medios, ya no utópicos, ni siquiera europeos, sino un poco menos indecentes, como son algunos medios en América Latina. Creo que es un problema de los medios. Cómo garantizamos en un medio que el dato responde a una transparencia contractual, que no es una campaña queriendo introducir un dato, manipulándolo, transparentándolo.

Sí creo, y vuelvo a mi punto central, que es mucho más un proceso de responsabilidad social en construcción por parte de los medios, que de las encuestadoras.

Finalmente, las encuestadoras tienen clientes, tienen metodología. Si no lo hacen bien, se acaba su negocio. En los periódicos o en los medios de comunicación electrónicos, si no sale bien, después de tres días ya se olvidó todo. Por eso yo citaba el caso de Milenio, que fue público, y que no estoy seguro aquí -que es un público muy informado en el tema-, lo hayan podido registrar puntualmente.

Entonces aquí más bien sería una apelación hacia el otro lado. Nosotros no tenemos mecanismos de rendición de cuentas, la sociedad es muy inmadura todavía en este sentido, pero se puede dar otro tipo de dinámica donde vayan existiendo sectores de la sociedad, en este caso los encuestadores como uno de estos sectores, que nos vayan ayudando a los medios, porque las luchas adentro son terribles, contra las inercias, contra lo fácil.

-Alejandro Lelo de Larrea: Nada más quería destacar que igual fallaron los medios que tienen equipos propios de investigación, como Reforma, Milenio y El Universal, que Excelsior y El Financiero.

En todo caso creo que entre las que se publicaron en medios, la más precisa fue la de Ulises Beltrán, en Crónica, que señaló una elección empatada a menos de un punto porcentual.

Pero algo están haciendo mal los periódicos que, con encuestas compradas o hechas en casa, están saliendo mal.

-Eduardo Ragasol: Me parecen representativas y aleccionadoras para los encuestadores las palabras de Alejandro, en términos de cómo nos juzgan o cómo juzga el público nuestro trabajo.

El trabajo del encuestador es juzgado por la comparación con el resultado final. También lo mencionó Raymundo Riva Palacio al hablar de las encuestas de Milenio, el juicio de cómo se califica nuestro trabajo es en función de la comparación con lo que al final pasa el día de la elección.

Ese tema creo que nos tiene que hacer más reflexivos sobre cómo comunicamos nuestro trabajo y cómo lo contextualizamos, porque efectivamente las palabras de Alejandro son contundentes: se equivocaron. Así nos juzga el público no nada más el periodista o el analista, es la forma en que nos juzga el resto de la opinión pública y creo que debemos de ser muy conscientes de que en función de eso tenemos que actuar. No estoy diciendo que esté bien o mal, simplemente así es.

-Carlos Olivares, de OPC: Me gustaría preguntarles a los dos ponentes qué están haciendo sus medios para difundir que las encuestas no son un pronóstico.

Por otro lado, me gustaría comentar aquí al gremio, que nosotros nos estamos esforzando muchísimo en decir que las encuestas no son pronósticos; sin embargo, insistimos con nuestra actitud y de una manera indirecta en seguir comparando nuestros resultados de encuestas con el resultado que, como tú dices, Eduardo, es un asunto de precisión, de ver quién es más preciso. Entonces sí me gustaría que comentaran más al respecto.

Ayer vimos con Roy Campos que no son pronósticos; sin embargo, la ponencia de Ulises decía palabras como pronóstico. Son posiciones muy contradictorias que estamos teniendo y ese es el reflejo de lo que la sociedad está percibiendo respecto a nuestro trabajo.

-Eduardo Ragasol: Me voy a permitir hacer un comentario antes de que nuestros comentaristas te respondan.

En mi opinión, todos los encuestadores sabemos lo que son las encuestas; es decir, está claro en nuestra mente lo que son, estamos en una búsqueda de la verdad, pero de una verdad que se da en un momento dado y que no es la verdad contundente, si no que hay un grado de incertidumbre sobre las inferencias hechas en nuestro ejercicio estadístico.

Yo creo que en la mente de los encuestadores no hay ninguna duda de qué son las encuestas y qué representan. Lo que sí hemos sido -y yo creo que es el punto de reflexión- malos en poderlo comunicar al público y establecer relaciones claras con los medios para que se transmita eso también al público.

Al final somos corresponsables de esta confusión. Nosotros la hemos, de alguna manera, fomentado y el medio también lo ha hecho. Aquí hay una responsabilidad compartida entre quienes comunican y quienes hacen, puesto que el público efectivamente nos sigue juzgando de la manera en que Alejandro lo ha expuesto.

Entonces sí nos toca hacer una labor muy importante en términos de comunicación, porque no creo que ningún encuestador tenga una confusión en su mente, pero esta confusión la hemos provocado por una falla en nuestra relación con el medio y una falla en cómo el medio comunica también los resultados.

-Raymundo Riva Palacio: Bueno, a pregunta específica, hablaré de los medios y, después me referiré específicamente a El Universal.

Los mismos este año nos montamos en una carrera de cien metros, en términos de mediciones, y debemos de ir transitando hacia una carrera de maratón; debemos de ir eliminando ciertas cosas que hicimos, -y aquí está Carlos Ordóñez, que hace las encuestas para El Universal-, donde fueron enormes las presiones que lo obligaron a trabajar horas extras, para poder procesar los datos de las encuestas en los tiempos en los cuales se quería publicar una encuesta, por el simple hecho del temor por la información, de que si no salía ese día, la competencia ganara. Es decir, ni siquiera tenía que ver con los datos, sino con los niveles de la competencia, lo que explica un poco las dinámicas a las cuales se sometieron a los equipos, en este caso, a nivel interno, en El Universal.

Se hicieron cosas y se dejaron de hacer otras. Se hicieron cosas no únicamente en toda la inversión, porque cuesta; costó bastante dinero toda la parte de las encuestas, pero también hubo una inversión en pagar un monitoreo independiente de medios, y en tratar de poder establecer una serie de mecanismos adicionales de transparencia con respecto a la elección.

Se planteó tres meses antes de que comenzaran las campañas, y nunca lo hicimos, por un problema que todavía no comprendemos. Se planteó algo muy simple, que después se convirtió en un problema toral en el Tribunal Electoral.

Establecer una caja, una pequeña caja, sobre una especie de spot checking, que es muy simple, es el spot y es decir si el spot se ajustaba a la realidad o si no se ajustaba a la realidad, que lo han hecho en la prensa extranjera, en la prensa en otros lados, desde hace cuando menos tres elecciones.

Este tipo de caja para verificar si el spot era real, era factual o estaba mintiendo, muy simple; nunca lo hicimos. ¿Qué es lo que sucedió? Pues que al incumplir la prensa, porque esto es una cuestión colectiva, un aspecto de medición tan sencilla, trasladamos este problema a los órganos electorales, y esto es parte de la discusión sobre las campañas negativas o, como le llamaron, la guerra sucia.

Es decir, hay cosas que todavía tenemos que seguir construyendo y bajarnos de la velocidad a la cual nos sometimos nosotros mismos en este proceso electoral, e ir construyendo otro tipo de mecanismos de medición que ayuden, no a ustedes o a las instituciones, que simplemente ayuden a lo que nosotros hacemos: tratar de aportarle a la gente, a los consumidores de información, los diferentes elementos de análisis.

Y sí permanentemente, y esto es la lucha percepción versus realidad, se planteaba que no era un pronóstico, que eso era, utilizando el lugar común, la fotografía del momento; que no determinaba, ni podía establecer que ese sería el resultado, pero es un problema de cultura, de educación de quien consume esta información.

Esto no se resuelve, como Roy Campos lo pudo haber comprobado cada vez que establecía que no era un pronóstico, sino en una previa, cuantas veces estaba en radio o en televisión; no se logra más que a través de la educación de la gente.

Y, bueno, la educación a la mejor lo hacemos rápido y nos demora diez años, pero normalmente estos procesos de cultura política demoran una generación; cuando menos, ya empezamos.

-Alejandro Lelo de Larrea: Yo quiero decir algo al respecto.

En cuanto al pronóstico o no pronóstico, creo que en el gremio deberían de hacer un consenso, porque yo he visto que varios de tus colegas insisten en que es un pronóstico. Creo que debían de empezar porque en el gremio se hiciera un consenso y, bueno, de ahí ir hacia afuera.

¿Qué pasa? En los medios, si tú vendes una información, una encuesta, la gente va a decir: a mí me dijo mi periódico, que yo leo, que es Excélsior, que iba ganando López Obrador ¿y porqué no ganó? Entonces,  le dejo de creer al periódico y le dejo de creer al encuestador.

Creo que, en esa medida, todos los lectores confían, en ese sentido, en las encuestas. Yo he leído a políticos, a columnistas, que decían en aquellos días: López Obrador va bajando o va en picada en las encuestas. Espérate ¿va bajando? No, bajó; o sea, de una encuesta a otra bajó, no va bajando si no estás midiendo constantemente.

Desde ahí creo que se utiliza mal el lenguaje y no se logra entender con exactitud lo que es una encuesta.

También hay otra parte muy tramposa que la usan mucho los encuestadores, los políticos mucho más, es el famoso más menos 2.5 de margen de error, más menos dos, más menos tres. Muchas veces dicen: como tiene más menos 2.5 de margen de error y hay cuatro puntos de ventaja, entonces el resultado podría ser a la inversa. Pues sí, nada más que, como dice Roy Campos, esa posibilidad es una en un millón y eso no lo dicen los encuestadores.

Es importante que también los propios encuestadores empiecen a no utilizar este tipo de elementos tan técnicos y tan complejos, como el de más menos 2.5, para engañar al electorado. Creo que ahí Roy es el que tiene con mucha precisión la explicación de por qué no se puede decir que ese más menos 2.5 es válido.

Y que quede claro que todos los encuestadores son falibles, hace unos días vimos en la elección del 2 de julio que Ricardo de la Peña salió muy bien y en la de Chiapas no le fue bien y otros a los que no les fue muy bien en la elección presidencial les fue muy bien en Chiapas. Entonces, que quede claro que a veces también fallan.

-Arturo Sánchez: Esta última parte me ha generado una serie de reflexiones y los felicito a todos por este momento.

Así nos ve el público, así nos ven los medios, eso nos pasa a todos. Si ponemos el asunto, cómo tú le pusiste Raymundo, percepción versus realidad, yo les puedo garantizar que el IFE hizo la mejor elección de su historia en este proceso, pero no nos ven así.

Entonces, es un problema de comunicación del IFE o es un problema de comunicación de los encuestadores, en este caso, o hay una responsabilidad también de los medios o en dónde poner este asunto.

Este tema en particular es muy importante, sobre todo porque en el caso de los encuestadores estamos hablando de prácticamente trabajo técnico versus comunicación o percepción del trabajo técnico y eso es muy complicado.

Y esto me lleva a una pregunta: en el caso del IFE nosotros le dijimos al conteo rápido lo que tenía que hacer. Nosotros le dijimos: estas son las pautas, dejamos una muestra grande y decidimos sí, perfecto, y todos los parámetros ¿quién define en el caso de las encuestas? Es el periódico el que le dice al encuestador: quiero una encuesta con estas características y voy a salir a decir que hay empate o que hay uno adelante, con un margen de error, ¿es el medio el que define o es el encuestador el que le impone sus condiciones al medio?

Porque en ambas partes está la responsabilidad. Yo coincido con que, independientemente de que sea o no sea un pronóstico, hay una responsabilidad social de todos, hay una responsabilidad social del encuestador al decir un resultado, porque aunque no sea un pronóstico se va a ver así, pero hay una responsabilidad del medio también, al comunicarlo.

¿Quién  define? Es el periódico el que dice: yo contraté a cualquiera de nuestros amigos de aquí y eso me dijeron o es el periódico el que dice no, la encuesta que yo voy a sacar es la más certera y entonces no voy a dar un ganador si no hay ciertas condiciones o no voy a dar un empate si hay ciertas condiciones. ¿Quién va a hacerse cargo de esa responsabilidad?

-Raymundo Riva Palacio: Es una pregunta que no es única, son varias preguntas y algunas son distintas.

En la primera, ¿quién define? Yo no sé qué es lo que define en la mayoría de los medios o en todos los medios, al menos te diría cómo fue la toma de decisión en El Universal el 2 de julio.

La toma de decisión es, teniendo los datos, porque para la encuesta de salida se contrató a Bimsa, con una participación y supervisión de nuestro responsable del área de encuestas, que es Carlos Ordóñez, y veíamos cómo estaba cerrado y cuando finalmente se cierra el estudio, hubo una recomendación por parte de Jorge Buendía sobre qué término utilizar.

Entonces, qué término utilizar, no por estar pensando en qué es lo más interesante, qué es lo que puede ser más noticioso, a mí me gustó mucho utilizar la palabra sexit, que es lo que puede trascender en la imagen que se le quede en la mente a las personas, pudiera ser en términos de responsabilidad. Eso es lo que hicimos.

Yo por lo que recuerdo muy bien de ese día, todas las casas encuestadoras hicieron lo mismo. Yo sí diría que el 2 de julio hubo una enorme responsabilidad de los medios y de las casas encuestadoras con respecto a lo que sucedió ese día, que me lleva a la otra pregunta. ¿Por qué, si la elección fue tan perfecta, les ha ido tan mal?

Bueno, no hay duda, pero desde que Luis Carlos Ugalde se plantó frente al micrófono esa noche, no había duda de qué estaba sucediendo. Un problema severo de comunicación política, severo. Que es cierto todo lo que dijeron, que habían señalado lo del PREP y con la documentación, todo es correcto, pero en percepción de su realidad, pues aplicaron únicamente la realidad sin entender, creo yo, como una crítica al IFE, que si bien es un órgano administrativo, juega un papel eminentemente político. Entonces no podían salir únicamente con una explicación técnica, administrativa, de gestión, porque les iba a ir fatal. Nada más había que esperar a que terminara Luis Carlos Ugalde, para prever lo que iba a venir. No sé si responda a la pregunta.

-Roy Campos: Primero, no había retomado algo que Raymundo dijo al principio, cómo la evolución es que este año de 2006 los encuestadores les dieron un papel que a lo mejor o no se estaba preparado para tomarlos, o no les correspondía, pero de repente estaban haciendo análisis político o incluso proyectando; incluso hacían pronósticos sin encuesta, simplemente con sentimientos, y que va a subir, y es que la gente no lo quiere. O sea, hacían una especulación más allá de los números.

Entonces el gran cambio, creo, entre 2000 y 2006, es: 2000 estuvo en los medios lleno de números, eso es lo que hubo en 2000, lleno de muchos números, muchos de esos números falsos. O sea, las empresas fantasma, las empresas que mandaban sus boletines, muchos números, y hoy, en el 2006 el traslado fue, ni siquiera de números a empresas, sino a personas. Los medios, por lo menos ese fue un gran avance, ya no tomaron números falsos, sino que todo número tenía que venir avalado por alguien que defendiera ese número.

En Internet yo creo que todos los que recibimos encuestas de muchas empresas falsas, pero no estaban en los medios, porque los medios, como no había quién diera la cara y defendiera esos números, no los retomaban ni los retransmitían. Ese sí fue un gran cambio positivo.

Sin embargo, creo que se exageró en el uso de la persona como más allá del encuestador. Una de las preguntas que dejo para el final es cuál es el siguiente paso. Es un poquito retroceder y bajarle de peso a esa sobredimensión que se dio a los encuestadores, o se les va a exigir algún extra todavía más allá de lo que se pudo dar.

Coincido con Raymundo Riva Palacio, con Alejandro Lelo de Larrea y también con Eduardo Ragasol, en que el problema no es hacer pronóstico o no. Yo creo que todos los encuestadores serios saben qué es una encuesta. Pero también entendemos que se está tomando la encuesta como un pronóstico.

Sabemos las dos cosas. Bueno, ahí tenemos que tomar una posición al respecto: ¿aceptamos el hecho porque sí? ¿O hacemos una labor permanente de picar piedra, y ya sea lento o rápido, comunicamos qué es este asunto de las encuestas?

Mi posición al respecto ayer era esa, no es que no entendiera que son pronósticos para la gente, pero el que los encuestadores trabajemos con la hipótesis de que son pronósticos, entonces sí me preocupa. El que digamos quién pronosticó bien me preocupa; el que tengamos la esquizofrenia de decir, por un lado, cada vez que presentamos la encuesta es: señores, esto no es un pronóstico. Y luego se acaba la elección, vamos a ver quién pronosticó bien. Entonces ya es esquizofrenia. Para qué estamos diciendo que no es pronóstico y después nos preocupamos para ver quién pronosticó bien.

Creo que desde nosotros debe de empezar; por eso decía que no se use la palabra pronóstico.

Ahora, en una elección como ésta, en donde en términos de opinión pública fue empate, -y lo que digo en términos de opinión pública es, la diferencia fue un voto por casilla-, entonces el que una encuesta hubiera podido determinar bien eso, era imposible. Y que  ayer nos digan, de quince resultados, ocho se quedaron de un lado de la raya, seis del otro lado de la raya y uno le pegó a la raya, no hace a ninguno de esos quince bueno o mal encuestador. Es decir, justo el mercado detectó precisamente que la decisión estaba en la raya, justo lo detectó cuando la mitad cayeron de un lado, o sea, la mitad cayó águila, la mitad cayó sol y una cayó de canto.

Bueno, así estaba la elección. La elección estaba de canto. Bueno, al mercado le fue muy bien, y eso no hace a los que cayeron de un lado mejores encuestadores, porque estamos hablando de una técnica estadística que está basada en las probabilidades y en la selección y en la muestra del diseño, aparte de los errores no muestrales.

Entonces no es como dice Alejandro. Es que no se trataba de estimar el ganador, se trataba de detectar una elección competida y todas las encuestas detectaron esa elección competida.

Simplemente coincido en que hay que, yo no sé si ustedes lo proponen, yo sí lo sigo proponiendo, poner hasta en las reglas del IFE el disclaimer permanente de que no es un pronóstico y que prácticamente como consejo a los encuestadores se elimine de nuestro léxico la palabra pronóstico, salvo para decir que no es pronóstico.

La pregunta es: ¿hacia dónde va la relación de medios y encuestadores?

Nada más un comentario muy rápido, Eduardo. En abono a la transparencia de que tanto hemos hablando, a mí sí me gustaría, por ejemplo, que clarificando las cosas El Universal, en un momento dado, nos dijera quién es el que le hace las encuestas.

Aquí sabemos perfectamente que Carlos es el encargado del departamento, pero ha habido desde principios de este año publicaciones periódicas de Bimsa. ¿Esas las paga Bimsa, las paga El Universal, cuál es el convenio que tiene? Eso iría en abono a la transparencia.

-Raymundo Riva Palacio: A la mejor no hemos tenido la suficiente precaución electoral para enfatizar que Carlos Ordóñez es el responsable de las encuestas.

Sí se han publicado algunas encuestas de Bimsa, hay una buena relación con Bimsa y aquí alguien alguna vez ha escuchado que Bimsa regala una encuesta. Entonces la relación no ha sido tan mala para El Universal en términos de costo.

-Pregunta: Manuel, de la Universidad Iberoamericana.

Yo creo que sí en términos de los exit polls, hablar de intención de voto es parte del producto que se está vendiendo y por lo tanto eso suena a esta parte de pronóstico, etcétera y que tendría que ver con todo lo que se está comentando aquí.

Sin embargo yo creo que más que pensar en si es pronóstico o no, la idea es cómo se enmarca eso en un sentido más amplio de comunicación política.

La pregunta es: ¿qué otras preguntas, además de intención de voto, tomando en cuenta el aprendizaje de este año, serían interesantes para los mediadores de los flujos de información para acercarlos al público?

Es decir, si nos centramos en esta parte sexy de intención de voto para obtener algo, esto nos lleva por un camino en donde se crean estas construcciones de pronóstico.

¿De qué otra forma el gremio puede contribuir a los mediadores de flujos de información para buscar preguntas y dar información al público y complementar este ciclo de comunicación?

-Alejandro Lelo de Larrea: Yo quisiera comentar que en todas las encuestas que yo he visto publicadas hay, por lo menos, otras cinco preguntas importantes que a veces no se destacan porque siempre el dato que quiere el elector o el dato que es la nota, entre comillas, es quién va arriba en las encuestas.

O si en este momento fuera la elección ¿quién ganaría? Pero siempre las encuestas que yo he visto publicadas están llenas de datos muy importantes que enriquecen.

-Eduardo Ragasol: Quisiera comentar algo. Los investigadores de mercado somos personas profesionales y empresas que tienen un activo fundamental y ese activo fundamental se llama credibilidad. De lo único que vivimos es de nuestra credibilidad, de nuestro prestigio, de hacer las cosas lo mejor posible.

Entonces está en nuestro mejor interés comunicar el producto de nuestro trabajo también de la mejor manera, ya que para preservar esa credibilidad está en nuestro interés como empresas y como profesionales que las encuestas sean bien usadas, bien divulgadas, bien comunicadas y que se perciban mejor.

Creo que la discusión está en el centro de lo que es nuestro negocio. Y el hecho de que podamos analizar las encuestas complementadas con otros factores es también crucial para sacarlas un poco del reflector de la primera plana, que es lo que dice Raymundo, esta confusión de encuesta como noticia, a que sea un análisis, que sea fundamento de los análisis y alimento para el analista político, que debería de ser más eso que el reflector de la primera plana.

-Raymundo Riva Palacio: Esta pregunta encierra una contradicción, que es un poco lo que decía yo al hablar de la perversión del bebé democrático.

Seamos honestos, ¿por qué los medios nos fuimos a hacer un exit poll el día 2 de julio? ¿Por qué varios medios pagaron bastante dinero por hacer el exit poll, si iba a salir el resultado del IFE, cuando menos el preliminar, más tarde o a la misma hora? Es un asunto de mercado; es un asunto de competencia.

Esa es una lógica ante la que tenemos que ser honestos. Si uno de los medios, que se presumen serios, no hubieran tenido un exit poll, no hubieran gastado, hubieran estado fuera del mercado. No hay ninguna duda al respecto.

Ahora, ¿esto hacia dónde tiene que caminar? Esa es la segunda parte de la pregunta. Pues a que tenemos que ir construyendo otro tipo de cultura, ¿a través de qué? A través de la difusión de encuestas electorales, pero también, dentro de los propios medios, de ir caminando, de manera mucho más acelerada, a que las encuestas no terminen en las elecciones; a que hay muchas categorías de encuestas que pueden ir ayudando, precisamente, a acelerar o a achicar los tiempos de construcción de una cultura en este campo.

-Pregunta: Sí. Hablando de sexy otra vez, le pregunto: una manera de solucionar esto podría ser, en lugar de reportar el dato puntual, reportar los intervalos de confianza, como veíamos ayer que hizo el IFE, y si se separa, entonces puedo decir que es real o puedo decir que no.

Si uno reportara eso, es más, si todo mundo hubiera reportado sus intervalos de confianza, todas las encuestadoras, a nadie le hubiera sorprendido el empate o el triunfo, por poquito, de cada uno de los lados, pero mi pregunta ahí es: ¿Es sexy eso, se podría vender en los periódicos? Sería muy claro para la educación de la gente, pero ¿le atraería a los periódicos?

-Raymundo Riva Palacio: Hay un problema más grave: ¿Quién iba a entender lo de los intervalos? Si no se entiende previo, pronóstico; si hay una confusión. Es demasiado técnico.

-Pregunta: Aunque se vean los palitos ahí que se juntan o se separan, ¿o no?

-Raymundo Riva Palacio: No. Jamás, jamás. Si uno no captura a un lector en el primer párrafo, se va. Si la televisión, el máximo de atención sobre un tema interesante de televisión, salvo casos de excepción, como las Torres Gemelas, son 120 segundos. Si empiezan a salir palitos, adiós, adiós. Yo creo que es otro el camino y es a mediano y largo plazo.

-Eduardo Ragasol: ¿Algún otro comentario? Para cerrar la mesa quiero decir que no se nos debe de escapar que tenemos la fortuna de estar en esta discusión.

Lo que Alejandro Lelo nos narró, esta trayectoria del desarrollo de la opinión pública, de los estudios electorales en México, nace de una realidad, que es realmente lo que deberíamos de celebrar: el hecho de que lo único incierto es quién va a ganar, ¿no? Todas las demás reglas están definidas y la incertidumbre de quién va a ganar existe, y de pronto se nos olvida que antes no era necesario hacer estudios de opinión pública, por lo menos en los medios, ya que no había incertidumbre y hoy sí la tenemos y es lo que deberíamos de celebrar, que hoy sí existe esa incertidumbre y que nuestro trabajo es muy importante para construir una sociedad libre y abierta.